Objetos semióticos clínicos

VOCABULARIO SAOPIANO

Dispositivo de Papiro

 

Creemos que una intervención psicopedagógica de carácter comunitario como la que llevamos adelante desde el SAOP expresa la necesidad de una búsqueda, de una construcción sensible, y esto incluye una modalidad discursiva diferente, determinada por las y los sujetos habitantes de nuestro Servicio, por sus propias palabras, por sus singularidades; unas hablas que a la vez recuperan la importancia de los vínculos discursivos de las y los sujetos con sus semejantes, buscando desde allí una resemiotización de aquello que se construyó discursivamente como adultocéntrico: tomamos distancia de las lenguas mandantes y nos acercamos a las hablas desobedientes.

 

Es por ello que propiciamos, saopianamente, una alteración de la semántica social establecida, que permita una nueva enunciación de lo real frente a prácticas des-subjetivantes y estigmatizantes. Una gramática sensible que posibilite otras enunciaciones; una sintaxis que se exprese en hablas, cuerpos, miradas, gestos, escuchas, silencios… Una pragmática que se materialice en las esperas, los encuentros, los estares y las despedidas…

 

El dispositivo de papiro VOCABULARIO SAOPIANO constituye un objeto semiótico clínico que busca reunir las palabras-pájaros que llegan y se posan en nuestras prácticas y nos permiten pensar nuestra artesanía clínica.

 

Este dispositivo se despliega en varias direcciones y expande el universo del vocabulario saopiano. Depende de cómo el lector-investigador lo recorra, entrará en alguna columna donde, en un orden saopiano/alfabético, conocerá lo que las hablas pronuncian en consultorios, sala de espera, aulas y sala de reuniones…

 

Desde la A hasta la Z, desde abrazar hasta zoom, el dispositivo guarda nuestro vocabulario abierto y danzante, nunca congelado ni con un repertorio ya establecido…

 

Algunas voces saopianas que construyen polifonía:

 

Acercarse, Acompañar, Acontecimiento, Aislamiento, Alegrarnos, Animarse, Avatares…

Bailar, Barrio, Biblioteca, Buscarnos…

Comprender, Comunidad, Conmovernos, Construcción, Comenzar, Cuerpos, Conversar, Cuentos, Cuarentena, Cuidarnos…

Decidir, Desarrollarnos, Deseo, Desordenar, Devenir, Diálogo, Disfrazarse…

Emanciparnos, Emocionarnos, Equidad, Escucharnos, Esperarnos, Etica, Expresarnos…

Familia, Fiesta, Fundar…

Ganas, Gestar, Grupalidad…

Habilitarnos, Hablar, Hacernos, Historización, Hospedar…

Intentarlo, Interdisciplina, Insistir, Instituyente, Infancias, Invitar…

Jugar, Juntarnos…

Lazo, Leer, Libertad, Lograrlo…

(…) Y la M, la N, la O y las letras que continúan en sus voces, hasta:

Vincularnos, Viaje, Videollamada, Visibilidad, Volar, Volver, Voz…

Yo…

Zigzaguear…




EL SAOP COMO UN BUQUE INCANDESCENTE

 
En los tiempos pandémicos (el bienio 2020/2021) tuvimos que comprender que los seis consultorios del SAOP tenían que mudarse a las casas de las familias de las y los pacientes y a las casas de las psicopedagogas. La virtualidad hizo posible que sean casas vecinas: sólo una ventana las separaba. En ella se asomaron pibas y pibes, descubriendo el rostro y la voz de sus terapeutas: aislamiento físico y distanciamiento físico no implicaron desanudamiento de los lazos clínicos que habíamos establecido con nuestros pacientes
Fue preciso pensar la clínica virtual que impusieron los tiempos pandémicos. Pensar aquél escenario no como un obstáculo ni una limitación, solamente; la virtualidad nos permitió desplegar una forma sutil de la presencialidad: pudimos conocer los hogares de nuestros pacientes, su familia, sus modalidades vinculares, sus mascotas. Miramos lo que pibas y pibes observan desde sus casas: los vecinos, su calle, las casas circundantes.
Estuvimos construyendo una intervención institucional capaz de atender las diversas necesidades de nuestras y nuestros pacientes en el aislamiento y distanciamiento físicos; por ello se trató de una intervención instituyente. La suspensión de los encuentros presenciales también nos desafíó a seguir asumiendo otra suspensión: aquella que intenta vanamente establecer una intervención psicopedagógica única que busque abarcar la multiplicidad de dimensiones que constituyen los aprendizajes y sus avatares.
Si lo singular en las intervenciones psicopedagógicas se realiza por un mismo equipo y con un mismo sujeto, pero en otro espacio territorial diferente al presencial, debimos entonces configurar mapas de situaciones clínicas superpuestas. Un paciente que se manifiesta de una manera ante nosotros, puede presentarse también ante sus otros significativos de maneras diversas, considerando que se presentó, ya ante nosotros, de otra forma en los consultorios del SAOP.
Mapear, cartografiar esas situaciones, reconocer estas nuevas trayectorias, capturar estos momentos únicos de los sujetos que se encontraron en la virtualidad con momentos únicos de los equipos de psicopedagogía: allí es donde radica la singularidad de lo que está sucediendo.
Sin embargo, no se trató de comenzar una intervención clínica siempre desde un inicio, sino más bien en reconocer las trayectorias tanto de los sujetos como de las intervenciones. Lograr suspender eso que creíamos con certeza saber sobre el otro y su situación, para reubicarlo en aquél tiempo pandémico presente y singular, lo más desprovisto posible de pre-constructos.
En definitiva, las políticas del cuidado en tiempos pandémicos también entramaron sujetos, escenas e instituciones. Se trató de asumir un desafío: en vez de suponer que ya existe el SAOP como una institución conformada, suponer que no la hay del todo, y que por ello, es preciso terminar de inventarla.
Inventarla en el sentido de disponer, a partir del aislamiento y distanciamiento físicos, un dispositivo que permitiera que los sujetos y las tramas relacionantes pudieran otorgarle un sentido a aquello que nos estaba sucediendo, que desorientaba y angustiaba. Es decir, en lugar de suponer que existe una institución con sus protocolos y procedimientos ya establecidos, aprender a leer indicadores, analizadores de una situación problemática inédita y volver a pensar el dispositivo clínico.
Si ya decidimos cómo es o debería ser el SAOP como institución terapéutica, no alcanzaremos a pensar mucho de lo que sucede en ella o de lo que podría llegar a suceder. Si antes de definir partimos de pensar una situación dada de carácter novedoso, entonces podremos comenzar a instituir un pensamiento clínico a la altura de los acontecimientos. Un pensamiento que logre fundar un presente sensible ante los tiempos inhóspitos que supimos habitar.
Es así que imaginamos una cartografía, un mapa posible de los tiempos pandémicos: el SAOP como Buque Incandescente; las y los psicopés, saopianas y saopianos como luminosos habitantes del presente; las y los pacientes como madrugadas que anuncian cada día su llegada.
El SAOP se transformó en un Buque que navegó a las casas de las y los pacientes. La sala de reuniones y el aula, los consultorios, la sala de espera, las bibliotecas, la juegoteca…
El pasillo de la facultad de transformó en un río que nos llevaba a las barriadas del sur conurbano a través de las pantallas-ventanas de los celulares que navegaban a las casas de pacientes y terapeutas.
A la manera de un Delta Clínico, sostuvimos el derecho inalienable de las infancias en riesgo a ser alojadas y sostenidas por una Política Pública del cuidado, desde una Universidad Pública con conciencia comunitaria.